Avistamiento de un par de ojos verdes con tres motitas marrones sin identificar


Los hechos ocurrieron el sábado 5 de junio, a las 18:30 de la tarde, momento en el que Francisco Oward, natural de Algeciras, se cruzó con una chica en las inmediaciones de la playa del Rinconcillo. "Realmente solo le vi los ojos durante tres segundos, pero eran de un color verde muy bonito. Y uno de ellos tenía tres manchas marrones". Desde la redacción (y probablemente los lectores) nos preguntamos cómo pudo Francisco percibir las citadas manchas marrones, si se encontraba a la consabida distancia social de la chica, pero dejaremos la inclusión del detalle en favor de la poesía y en detrimento de la lógica aristotélica.

Francisco declaró para nuestros micrófonos que, a medida que la chica se alejaba, le invadió una sensación urgente que se concretaba en que sentía que le tenía que decir algo. "Como si yo fuese un mensajero de correo exprés. Pero, en realidad, yo no tenía ninguna información que decirle. No voy a ir para no saber qué decirle, ¿no?", aseguró Francisco, que al acabar la frase, echó un rápido vistazo a su Instagram. 

La chica seguía avanzando, inexorable, en su camino en línea recta hacia el olvido, enmarcada por un sendero de árboles en un punto de fuga hacia el horizonte. El redactor de esta noticia, sin saber bien por qué, permaneció en silencio, con el micrófono en la mano, expectante. Francisco añadió, muy irritado, "vamos a ver, no puedo ir por ahí molestando a la gente. Es una falta de educación. Y además no tengo nada que decirle. Es ridículo, así que no insistas y ya".

La chica de los ojos verdes bonitos y con tres manchas marrones en uno de ellos giró en una esquina, no sin antes lanzar, hacia Francisco, una última mirada furtiva. El redactor de nuestro diario seguía grabando. Francisco cambió su estado de ánimo de la irritación a una tristeza combinada con cierta ilusión. "Pero, ¿y eso?, ¿para qué mira?, quiero decir, ¡es absurdo!". Francisco volvió a echar mano de su móvil y se entregó a responder a varios mensajes y se percató además de que habían estrenado la segunda temporada de su serie favorita. Aprovechó para despedirse.

Nuestro redactor se quedó atónito: se había percatado de que los ojos de Francisco eran de un marrón oscuro muy intenso. Y se quedó con la sensación de que le tendría que haber dicho algo. No sabía qué. Recordó que en algún momento supo que aquello tenía un nombre. Finalmente agarró su móvil y, escuchando música en su Potify , volvió hacia la redacción.
 

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